El sonido de las hojas de un libro pasando sin parar, apenas rozando las yemas de tus dedos. Absurdamente las vemos sin mirar, llegando a contemplar el aroma que deja el rápido recorrido del tiempo, de las hojas que no paran de pasar. El eco de un sonido placentero pero fugaz. Y cuando llegamos a la tapa dura, con la síntesis de lo que fueron 500 papeles impresos, queremos más. ¡Siempre nos quedamos con ganas de más!, y llenamos la biblioteca que heredamos del abuelo o papá, sin dejar de pensar en ese libro que nos marcó, que nos inició en una vida bañada de arte, en esa frase que se tatuó en lo profundo del alma...

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